Una primera cuestión que aparece es: ¿La gente quiere participar? ¿Qué pasa con la gente en general? Por nuestra experiencia, la gente no se pecha por participar. Hemos nacido y nos hemos criado en una sociedad fuertemente jerarquizada, desestimulante de la participación. Estamos acostumbrados a que nos manden.
En nuestra casa cuando niños, teníamos que obedecer a nuestros padres, en la escuela a la maestra, en la fábrica al capataz y al patrón, en la calle al policía, etc. Así es como funciona esta sociedad.
Hasta en los sindicatos de trabajadores, en donde es dable esperar un mayor igualitarismo, el conjunto nombra a las directivas y luego se desentiende. Y no es sólo eso, sino que los que reciben las responsabilidades, también hijos del sistema, tienden a tomar las responsabilidades como instrumentos de mando. Podríamos decir que tenemos la jerarquización en la médula espinal.
Información, elaboración y mecanismos de participación
El lograr la participación, que constituye a nuestro juicio una profundización de la democracia, o sea tender al verdadero protagonismo del “demos”, es una tarea pedagógica muy difícil y de largo aliento. En ese camino hay muchísimas cosas a resolver. Por ejemplo quiénes realizan esa tarea pedagógica y con qué cabeza.
Empecemos por reconocer que una cuestión primaria a encarar es la divulgación de elementos de juicio, o sea información adecuada, para que la gente tenga con qué formarse opinión. A lo que sabemos, ninguna de las organizaciones políticas de este país tiene los mecanismos de recopilación de información, análisis y distribución, no solo de la información, sino también de distribución de documentos de análisis, que en general son escasos. Hay poca elaboración. En general, lo que se elabora está referido a las problemáticas políticas institucionales y de gestión de gobierno.
No dejamos de reconocer la importancia que estos temas tienen, pero las problemáticas de la sociedad los trascienden largamente. No se profundiza en la búsqueda de definiciones y acciones para los múltiples problemas en presencia, y en el análisis de su proyección estratégica. Impera mucho, a nuestro juicio, la casuística.
Y tampoco se profundiza en la búsqueda de mecanismos que faciliten la participación. Han llegado a nuestro conocimiento algunos trabajos referidos a la reforma del Estado, de diferentes vertientes. Contienen propuestas de perfeccionamiento del Estado, tendientes a su mayor eficacia. Nos parecen posibles pero insuficientes
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